Las atracciones inician la ceremonia y se acercan como dos imanes; los olfatos se buscan y revisan mientras los rabos vibran en creccendo de la incontrolada emoción; la ansiedad desesperada hace danzar ocho almohadillas. El amo repulsivo y el amo indiferente esperan pacientemente el encuentro de la atracción. Situación incomoda para uno y para el otro asunto de diversión.
Ignorantes de sus condiciones, el mugriento con empegostado pelambre greñudo acaricia al aristocrático y sedoso pelaje mientras al mismo tiempo dos miradas se entrecruzan; una, con asco visceral desgarraba el ambiente y la otra, llena de satisfecha felicidad por tan oportuna igualación.
El remolino de olores se alterna sobrepasándose uno con otro; agria pestilencia con delicias de aromas balsámicos se intercambian crispando el olfato del alcurnioso señor; finos linos y harapos deshilachados se acercan mas que nunca en esa ocasión; instante inexplicablemente impactante.
Lo encopetado y lo andrajoso se toparon fortuitamente por unos instantes; meneando sus rabos ellos se fueron satisfechos mientras que los orgullos dispares y disimiles se alejaron disimulando la tremenda emoción del encuentro.
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