Están amasando a la masa, siempre la amasaron y la amasaran.
Ella se deja amasar fácil y dócilmente; es muy manejable y
la
buena manipulación le da la forma deseada.
No se opone ni se endurece y siempre adquiere la forma que le
dan las mágicas manos que la moldean.
Ella por si misma es amorfa y no tiene personalidad; tan
amorfa
que la llevan al suelo y todavía se aplana y aplasta sin
resistirse.
Es tan manipulable que por si misma nada hace; no se
organiza
ni es capaz de decirle a las incansables manos: ya basta!
Por eso, la masa siempre será amasada; por su conformismo y
flacidez de acción.
Las manos siempre harán con ella lo que les venga en gana;
la podrán golpear, torcer, apretar, seccionar, tirar contra
el
piso y aplastarla hasta la delgadez.
Las manos hábiles saben mucho acerca de la masa y por eso se
aprovechan a perfección de ella.
Ella es muy útil y necesaria para las hábiles y diestras
manos
por eso siempre será utilizada y amasada.
Lo mejor que le que puede suceder a las hábiles y
manipuladoras manos
es la indiferencia de la masa.
De pronto y por sorpresa
aparece en el escenario un amasador mucho más hábil con la masa que los demás y,
todos quedan atónitos por sus promesas de destreza, pero al cabo de un tiempo
llega la catástrofe y todos quedan muy desesperanzados y frustrados: sus
promesas se esfumaron y la masa quedo deshecha y revuelta en un mega desastre.