martes, 22 de septiembre de 2015

CRUDAS REALIDADES HUMANAS

Mientras más gana dinero una persona más tiende a no ayudar a los demás y más avaro se convierte; esto es casi una ley. Ellos se convierten en miserables.

Hay muchos cuentos de camino sobre la filantropía, pero no hay que ser ingenuos.  En un individuo que todo se centra a si mismo aprovechándose de los demás a como dé a lugar, crea incertidumbre y suspicacia tales preocupaciones por el prójimo. Aparecen falacias tales como ONG para confundir al mundo y descargar al fisco una ínfima cantidad de sus utilidades; no quiero generalizar malamente puesto que hay un buen número de individuos que si tienen buenas intenciones; pero otros se convierten en altruistas disfrazados para que el colectivo los admire y obtener utilidades financieras. Hay cantantes, actores de cine, empresarios y mucho más. Disfrazar la ambición tiene muchas facetas.

El 90 % de de la riqueza del mundo, expresada en dinero, está en manos de no más de un 3  % de la población mundial. Para efectos de esta afirmación los individuos que están dentro de este 3 % tienen por lo menos 100 millones de dólares. Esta cantidad de dinero implica muchas mansiones, alimentos que no pueden consumir, lujos tales como yates, aviones, etc.

El ser humano que supuestamente es racional (lo de racional es para la tecnología pero no para enaltecer y purificar la raza humana) está destruyendo el mundo.

Cada quien a su manera, destruye. Muchísimos matan animales por “deporte” (¿??), otros venden animales, otros arrasan y destruyen selvas para urbanizar en combinación con políticos, otros acaban reservas del patrimonio mundial forestal para tumbar arboles (típico caso Brasileño), otros compran productos estúpidamente “valiosos” como el marfil, el oro (que implica destrucción de la naturaleza), el consumismo desaforado destruye el medio ambiente y así sigue la desgracia.
La pobreza del mundo alcanza a por lo menos a tres mil millones de personas, muchas de ellos solo comen una vez cada dos días y no tienen agua. Sin embargo en muchos países del mundo, para garantizar precios de productos alimenticios, se dejan podrir o los controlan mediante las diferentes bolsas de valores del mundo.
El común denominador de la raza humana es la hipocresía, la ambición, la vanidad y la envidia, que por cierto, es la que utilizan los políticos para dominar a las masas; por su parte, desgraciadamente, las masas no captan que son hipócritamente manipuladas.

La mayor trampa moderna se llama consumismo y será la causante de la debacle (esto no es retorica del pesimismo ni Malthusianismo vehemente, sino la realidad).  El ser humano queda hipnotizado por creaciones sofisticadas de consumo atractivo. El individuo deja de ser el sí mismo en su esencia, para ser esclavo de una ilusión que crean las grandes industrias.

El consumismo exacerbado trae como consecuencia una larga cadena de causas y efectos que distorsionan la economía y el bienestar social. Es un circulo asquerosamente vicioso: nos fascina consumir y al mismo tiempo nos auto destruimos a nosotros mismos y al planeta tierra. Un porcentaje muy pequeño de la población mundial hace grandes ganancia del apetito consumista de la mayoría.
El consumismo nos obliga a trabajar más de la cuenta para obtener productos, innecesario y sin sentido pero llenos de esnobismo que hacen destacar y diferenciar a unos individuos de otros. La vanidad y la envidia juegan un rol protagónico primordial.
Mientras unos países están enloquecidos con el consumismo desaforado, otros países viven la más cruel de las tragedias humanas: no tienen alimentos, ni medicinas, ni agua potable ni un techo para vivir y para colmo, están plagados de enfermedades.
Nuestro mundo es muy contradictorio y absurdo.

Generalmente, los causantes del malestar y tragedia mundial son: los políticos en sociedad con los grandes poderes económicos. Esta es una conclusión sin argumentos en contra.
Los mayores farsantes políticos son aquellos populistas demagogos que aprovechándose del resentimiento y  descontento del colectivo, ofrecen esperanzas y soluciones que nunca se harán realidad. Los países que han caído bajo el discurso de estos estafadores, están condenados a la peor de las tragedias humanas.

¿Hacia  dónde apunta el futuro de la humanidad?
La respuesta es bastante  simple: mientras exista el ego  humano (vanidad y envidia) y cada quien piense solamente en sí mismo, todo entrará en una entropía muy alta o lo que es igual: desorden, caos, violencia,  malestar y nada bueno por esperar. El mundo o Gaia entrará en conflicto irreversible!!. Esto no es nihilismo sino realidad.

El gran Bertol Brecht opinó lo siguiente refiriéndose a todos aquellos que conducen el mundo, que no son otros que los políticos:
"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales".
En contraposición, el genial Walt Whitman, dijo:
"A mi juicio, el mejor gobierno es el que deja a
la gente más tiempo en paz".

A su vez, Mahatma Gandhi resumió una gran verdad - realidad:
“En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos”.