¿Cuál es el esclavo perfecto?
Aquel que sea ordenado, muy obediente y sumiso.
Para el amo, el esclavo perfecto no debe reclamar bajo
ninguna condición; más aun, tan siquiera debe pasarle por su estrecho cerebro
la idea del reclamo.
El esclavo ideal para el amo es aquel que aún siendo
atropellado y humillado muestre alegría y deseos de vivir y se interese por el
entretenimiento pero eso sí, sin descuidar su trabajo.
El amo necesita esclavos eficientes, rendidores que se
preocupen más por el trabajo del amo que por el bienestar propio. El esclavo
debe entender de manera automatizada que primero están los intereses del amo y
luego está la familia del esclavo.
El esclavo debe entender desde que nace que toda su vida se
la debe al amo y sin él, no sería nada. Debe orar todos los días por no perder
su trabajo de esclavo y desearle al amo mucho éxito en su empresa.
El primer mandamiento del esclavo debe ser: amar al amo y al
trabajo de esclavo sobre todas las cosas.
El peor pecado capital que puede cometer un esclavo es
reunirse con otros esclavos de manera clandestina con el fin de mejorar sus
condiciones y obtener mejor trato de esclavo. El amo llama a esto un acto de
conspiración el cual será muy fuertemente penado.
Todo, absolutamente todo lo que atente contra el amo es conspiración
y debe ser fuertemente castigado de tal manera que no se le ocurra a otros
esclavos repetir ese atrevimiento.
El esclavo tiene derecho a creer en lo que quiera y en el
dios que quiera, siempre y cuando no se distraiga en sus faenas.
Es muy importante que el esclavo entienda que el malestar
del amo es el fin del esclavo. Es inconcebible que le pueda ir bien al esclavo
si al amo le va mal.
El esclavo podrá distraerse y entretenerse los fines de
semana y ver juegos deportivos de manera que al entrar a su rutinaria
esclavitud del lunes comience con mucha energía para así ser muy productivo al
amo.
Pero, ¿Quién es el amo?
El amo es el sistema económico guiado por unos pocos.