viernes, 13 de febrero de 2009

Una concepción más sincera del estado

Las teorías socioeconómicas, sean de la tendencia que sea, para explicar la sociedad o las políticas del estado, parten siempre de idealizaciones.
Se ha conceptualizado el estado al extremo de convertirlo en un saco de ideas sin tomar en cuenta su cristalización a la realidad, lo cual hasta ahora ha producido distorsiones y hasta aberraciones en el desempeño y funcionamiento del mismo. Expresado de otra forma, se ha intentado modelar al estado para que llegue a ser lo que uno desea, como si fuese una masilla moldeable. Todo es cuestión de tiempo y la degeneración de los estados es inexorable. Las pasiones acompañan muchas veces a las idealizaciones.
Unos estados tarden mas y otros menos pero el proceso de descomposición es inevitable. Esta ocurrencia se produce por ciclos.
En los hechos, en la realidad, en el acontecer de lo físico de la vida, ¿Qué es el estado?; el estado no es más que una actividad llevada a cabo por seres humanos.
Esto significa que si alguien plantea una propuesta de teoría social o socioeconómica para ser aplicada al funcionamiento de la sociedad, entonces, esa teoría deberá forzosamente moldear a los seres humanos que integran al estado para acoplarlos a dicha teoría. Siempre se ha creído que las leyes son los instrumentos para moldear la parte humana del estado a la teoría social, pero el registro histórico demuestra invariablemente que no es así; de ahí que el proceso degenerativo sea inevitable y cualquier teoría socioeconómica termina en la práctica por degenerar. Defino aquí por degeneración (el termino no implica tendencia a lo malo) el alejamiento del estado respecto sus lineamientos primigenios; este solo hecho modela al estado como un ente psicológico muy complejo y dinámico en el tiempo, por mas esfuerzos que se hagan mediante las leyes para hacerlo un ente permanente; dicho de otra forma, el estado siempre tiende a desviarse de sus directrices originarias. En gran parte es debido a la naturaleza contradictoria y egoísta de cada ser humano y por otra, al hecho de que los estados no están aislados en este mundo globalizado sino que son entes que se ínter relacionan unos con otros dando lugar a su variabilidad en el tiempo. El estado no es una cosa sino la interrelación, movimiento y actividad de individuos.
La esencia humana se descuida en todas las propuestas sociales; el ser humano es fundamentalmente egoísta y el egoísmo hay que entenderlo como la cualidad de estar separado y diferenciado de todo; su origen esta en el pensamiento; el término “de todo” implica entorno, otros individuos e inclusive fragmentación de uno mismo (yo y mis ideas, yo y mi cuerpo, yo y mis sufrimientos).
El planteamiento que se esta haciendo no es nihilista; mas bien es un enfoque que sugiere la sinceracion y comprensión por parte de las diversas tendencias que coexisten en la sociedad; tanto de los que creen en la estatización como de aquellos que creen en la libertad del individuo (socialistas y capitalistas, para simplificar). La sinceracion implica en todo caso, la actitud de comprender que dichas teorías no van a funcionar de la misma manera que la idealización conceptual que ellas propugnan; dicho de otra manera: los resultados en la práctica serán muy distintos que lo que propone la teoría.
Patéticos ejemplos sobran tanto en la historia como en el presente.
Esta actitud de sincerización quizás corrija los errores y las prácticas que distancian la realidad con la teoría.
El gran problema ocurre cuando se cree ciega y fanáticamente en una teoría, sin tomar en cuenta que es una idealización y no una realidad. Las idealizaciones solo viven y se sustentan en el futuro que nunca llega.
El estado, por ejemplo, tiene un ingrediente humano indefinible en su comportamiento, un ingrediente que no es inerte y que es impredecible. Las teorías sociales no son tan sencillas como las teorías en física o en química.
Cuando se involucra al concepto de Estado en alguna teoría, siempre ha habido una tendencia a manipular dicho concepto como algo estático, moldeable, adaptable desde el punto de vista teórico. Es algo así como idealizar al estado como una maquina predecible.
Los individuos que trabajan para el estado, poco a poco van formándose una conciencia particular de clase social y son ellos los que van cambiando y moldeando las situaciones a su conveniencia y, por tanto, desviándose de la teoría social económica, que supuestamente respaldan. Las ideas siguientes lo resumen todo: populismo, capitalismo de estado, demagogia, lobismo y otras más.
Esto no es ni bueno ni malo pero, no es lo deseable; simplemente es la naturaleza humana, que muy poco se toma en cuenta cuando se proponen planteamientos.
La naturaleza humana incluye una atracción muy fuerte por el placer, por las posesiones, por el poder, por el reconocimiento y un rechazo por todo aquello que no es utilitario y rentable. Estas “debilidades humanas” son las que hacen desviar la teoría de la práctica y son, precisamente las que no se toman en cuenta (o se les resta importancia) a la hora de hacer planteamientos sobre la función del estado y consideraciones sobre teorías socio económico.
Es innegable que muchos estados capitalistas inclinan sus energías, aplicación (soterrada) de la ley y recursos e influencias a favor de los poderosos grupos económicos; también es innegable en algunos casos y con referencia a los estados comunistas y socialistas, la perversión, corrupción, abuso de poder y aprovechamiento de los recursos del estado por parte de los funcionarios del estado los cuales muy contrario a las ideas que propugnan, disfrutan de los placeres que producen dichos recursos.