“Ya no me asombran para nada las depravaciones y
aberraciones de los dictadores. Lo que realmente me asombra es la inmutabilidad,
insensibilidad e hipocresía del mundo”.
Todos los países, a su manera, proyectan imágenes de moral, ética
y en general de cómo debe ser el orden y las reglas del juego, sin embargo, los
intereses de poder y dinero son las verdaderas pautas subrepticias del acontecer verdadero; he ahí la hipocresía.
Yo como país digo públicamente que tu país es terrorista,
narcotraficante y violador de los derechos humanos, sin embargo mis opiniones
cambian radicalmente y se endulzan si tu país me ayuda económicamente (chantaje
aceptado internacionalmente entre todos los países). Y todo ello se logra a través
de los políticos.
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