Si el capitalismo produce bienestar en la población, viva el capitalismo.
Si el capitalismo produce malestar, muera el capitalismo, debe ser desechado.
Si el comunismo produce bienestar en la población, viva el comunismo.
Si el comunismo produce malestar, muera el comunismo, debe ser desechado.
Si determinado socialismo produce malestar o bienestar, muera o viva ese socialismo.
Muchos partidos políticos dispersos por el mundo se autodenominan o utilizan las palabras tales como: socialistas, sociales, liberales, populares o democráticos sin embargo una vez en el poder o no ayudan al bienestar social colectivo o se inclinan en favorecer a los poderosos grupos económicos (sin que la gente se percate de ello).
La satisfacción es la consecuencia del bienestar. La frustración es la consecuencia del malestar. Uno produce felicidad, el otro, infelicidad y dolor.
El hecho real es que dentro del capitalismo hay un porcentaje de población que vive en pobreza crítica y extrema pero un gran porcentaje vive en bienestar (y hasta en confort).
En el comunismo ha existido y existe una igualación de la mayoría hacia la pobreza y miseria (la historia lo demuestra de manera absoluta e indiscutible) y siempre con una generosa dosis de represión y opresión; claro está, un pequeño grupo vive en excesos de lujos (elite burocrática).
Todos los seres humanos somos ambiciosos y deseamos ser, llegar a ser y deseamos poseer; primero yo, después los demás; mas aun, todos deseamos que se nos respete nuestra individualidad, nuestra creatividad e iniciativas.
Debemos partir desde estos puntos esenciales y elementales para generar cualquier teoría social económica. Los planteamientos sociales que no tome en cuenta la esencia la naturaleza egoica humana estarán destinados al fracaso y causara sufrimiento.
Cualquier ser humano tiene en su esencia la iniciativa propia aunque sea muy simple y ligera. Un estado que quiera extirpar este sentimiento estará condenado al fracaso. No existen seres humanos que puedan dirigir el estado con extrema pulcritud y honestidad, por tanto, al estado no se le debe otorgar la dirección absoluta del destino de la colectividad.
La naturaleza humana debe ser muy bien entendida antes de hacer teorías sociales y económicas. Se han hecho unas cuantas en el pasado sin tomar en cuenta la idiosincrasia egoísta humana y ellas han causado estragos en la sociedad; precisamente por la depravación y degeneración que se produce en los gobernantes en los regímenes absolutistas (aquellos donde el estado lo decide todo) . Lo primero es entender la esencia humana.
El capitalismo por su parte promueve el crecimiento de grupos económicos tan poderosos que se asemejan a bestias indomables e incontrolables; estas fieras no tienen patria sino predios de explotación dispersos por el mundo; a la larga podrán causar gran miseria y degradación humana.
¿Qué hacer?, ¿Qué decidir?, ¿por cuál decidirnos?, ¿Quizás debamos desechar ambos sistemas?.
El capitalismo produce bienestar en buena parte y el comunismo ha producido malestar de manera generalizada hasta ahora y ha sido desterrado de muchos países (demostrado real e históricamente). El capitalismo tiene graves fallas, es verdad.
¿Qué hacer?, ¿Qué decidir?, ¿por cual nos decantamos?.
Por de pronto, desechar aquellas propuestas que producen continuamente malestar y que solo ofrecen bienestar a futuro (que nunca se alcanza); detesto que me ofrezcan e ilusionen eternamente con ofrecimientos futuros irrealizables. Es inaceptable que le pidan a la sociedad un sacrificio presente interminable para obtener el paraíso futuro.
Gramaticalmente hablando, los discursos populistas siempre están construidos en tiempo futuro o en gerundio.
El comunismo ha demostrado ser una verdadera entelequia y el capitalismo ha demostrado ser una trampa “atrapa ingenuos” mediante el consumismo desenfrenado.
Los regimenes comunistas han demostrado historicamente que los individuos deben estar al servicio del estado y no al contrario.
¿Con que nos quedamos?
Simplemente mejorar los sistemas que mal que bien ofrecen soluciones inmediatas ciertas.
El sistema de libre mercado con regulaciones muy transparentes dirigidas por el estado debería ser el punto de comienzo. A todo ser humano le fascina auto determinarse y seguir su vida con libertad, ¿Por qué no respetar ese principio?.
El sistema capitalista es perfectible porque depende de muchas partes que coexisten en estado de libertad, con regímenes democráticos y con un respeto a los derechos humanos bastante aceptable. El comunismo jamás podrá ser perfectible porque el estado es autocrático, antidemocrático y con un nivel de respeto a los derechos humanos prácticamente nulo.
El respeto a los derechos humanos se refiere, por ejemplo, a libertad de expresión en todos sus sentidos, libertad de autodeterminación del individuo, libertad para elegir a gobernantes, juicios en un sistema judicial imparcial e independiente, libertad para disentir de la ideología y acciones del estado, libertad para realizar actividades de iniciativa propia y otras. Adicionalmente, en los sistemas comunistas siempre se genera una elite burocrática que posee un nivel de vida que no está acorde con la ideología que pregonan (burguesía comunista, ratificada históricamente).
¿Por qué no mejorar lo que funciona más o menos bien en lugar de insistir en sistemas que han demostrado no funcionar jamás y han causado estragos en el bienestar de la población?
Muchos gobiernos que se autodefinen como socialistas, entendiéndose de manera simple como aquellos que quieren defender a los económicamente débiles, en la práctica son títeres y defienden los intereses de los grupos económicos poderosos. En aquellos momentos de crisis económicas le piden sacrificios a la colectividad pero al mismo tiempo, inmediata y diligentemente, corren presurosos a socorrer a los banqueros.
Las naciones de todo el mundo deberían combatir a aquellos gobiernos que no demuestran un desempeño democrático o, por lo menos, no apoyarlos. Las naciones deberían ser muy celosas con el funcionamiento honesto de sus organizaciones internacionales y no deberían permitir los desafueros de sus secretarios generales.
El buen funcionamiento de esas organizaciones incidiría notablemente en la defensa de los derechos humanos y el bienestar social.
¿Cómo mejorar el capitalismo y los sistemas de libre mercado?, aparentemente luce muy simple el asunto pero en la práctica es realmente complejo. El único punto de comienzo a sus desvaríos económicos seria la verdadera y real implementación honesta de impuestos sin corruptibilidad de burócratas.
Un estado honesto regularía radicalmente las intenciones y acciones de los grupos económicos dominantes y poderosos; la banca, los grupos financieros y las transnacionales son los que determinan al final el bienestar poblacional. El estado debe contar con gobernantes impecables moralmente para no caer en las tentaciones que les ofrecen los gigantes grupos económicos.
Los regímenes totalitarios jamás podrán tener burócratas honestos, sin embargo, los gobiernos democráticos si podrán alcanzar niveles aceptables de honestidad. La inmaculidad es una falacia.
La esencia a la solución del problema está en lograr un estado que logre regular de manera justa los ímpetus ambiciosos de las transnacionales y las necesidades colectivas; ese estado logrará el éxito del bienestar social (no será fácil).
Los grupos poderosos tienen los recursos económicos y tecnológicos para prostituir la voluntad de muchos gobernantes y convertirlos en sus títeres. Este es el punto crucial y el gran reto a resolver.
Una vez más, el común denominador de los defectos de ambos sistemas reside en la esencia egoica de los seres humanos y cabe destacar que la represión y opresión es un factor que los magnifica.
¿Qué debe hacer el ciudadano para evitar que inmorales penetren el gobierno del estado?.
Como comienzo, es primordial estar muy atentos y alertas ante los movimientos de sus gobernantes y execrarlos a su debido momento y además, estar muy sigilosos y prevenidos a los grupos económicos híper desarrollados que muchas veces son favorecidos por la mano de los gobernantes inescrupulosos; hay que denunciar incansablemente sus abusos.
Esto implica seguir los pasos y las palabras de los gobernantes: aquellos que salen raudos y veloces a socorrer a todos aquellos grupos económicamente robustos que se ven en aprietos por sus avaricias. Las grandes (y pequeñas) crisis económicas tienen nombres y apellidos y, tienen también sus cómplices burocráticos (insisto en ello).
El colectivo debe dejar la posición apática e indiferente de no prestarle atención a sus gobiernos y a sus transnacionales que tarde o temprano le conducirán al malestar y desasosiego.
El mejor sistema social-económico y de gobierno será aquel que produzca en el momento presente inmediato el mayor grado de felicidad y satisfacción en la mayor parte de su población. Esto podría llamarse satisfaccionismo; este término debe implicar el causar el mayor bienestar posible en el presente sin ofrecimientos futuros: muchos hechos satisfactorios y poco discurso.
Todos los seres humanos, cuando tenemos oportunidad, tenemos ambiciones ilimitadas; la clave del asunto está en utilizar reglas de juego realmente justas y honestas para regularlas (sin intentar extirparlas, lo cual sería una torpeza).
Hasta ahora esa labor se ha llevado a cabo en su más mínima expresión.
¿Capitalismo?, ¿comunismo? O ¿satisfaccionismo?
Filosofía desde un espacio mental vacío: sin contenido alguno de condicionamientos (de ningún tipo); ni religiosos, ni nacionalistas, ni políticos, ni doctrinarios, ni ideológicos, ni de ninguna corriente filosófica. Una visión a la capa más profunda del ser humano: el ego, el miedo y el placer y, sus consecuencias y proyecciones en el desenvolvimiento de las personas y la sociedad. Nuestras idealizaciones nos separan brutalmente de la realidad.
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