sábado, 13 de diciembre de 2008

Dichosa tú

Dichosa tu, hermosa vaca moteada porque no eres como aquel que no es sino sus recuerdos y vivencias del pasado; y de la personalidad que presume y está orgulloso; eres fantástica porque no tienes los recuerdos esclavizantes que llevan esos infelices y yo, bamboleados como la marea lleva los troncos flotantes; dichosa tu porque no eres presa del lúgubre tiempo; te admiro mucho calmada y parsimoniosa vaca y me sorprendes porque no eres como todos nosotros que estamos hechos de recuerdos agradables y desagradables, de recuerdos de la gente que quisimos y nos quisieron y también de aquellos que odiamos y nos odiaron; casi todos te menosprecian, excepto por el regalo que nos das; cuando te veo pastando por ahí, resplandeces de paz y tranquilidad y en ese momento se que en ti no existen los momentos felices y tristes de tu niñez y adolescencia, que en mi son solo recuerdos convertidos en cenizas hirientes.
En mi y en todos nosotros, esos recuerdos son solo un leve aroma nostálgico de nuestro pasado; si, eso somos todos, un amasijo de recuerdos; tú no, dichosa vaca moteada; y me pregunto muchas veces: ¿Cómo podría ser como tú, sin ser como tú?, tener lo maravilloso de ti y lo fantástico de mi.
Por de pronto, hermosa y dulce vaca, me has enseñado que no eres un individuo y eso es verdadera sabiduría; por eso andas por ahí, pastando plácidamente sin envidiar a tus compañeras ni siendo vanidosa con ellas; no te comparas con ninguna de tus compañeras y por eso no eres un individuo; no eres un individuo como yo porque no te aterroriza la inexistencia; eres dichosa porque no sabes lo que es adular ni ser adulada y esa es una de las cualidades que más admiro de ti, que no eres como yo: un individuo, con pretensiones de ser y llegar a ser; y en eso se me está escurriendo la vida del espejismo del tiempo.
Mi conciencia no es como la tuya pero veo que tú saboreas la nada sin saberlo y yo sufro sabiendo que no soy nada. Tú eres dichosa porque no pretendes ser nada ni deseas llegar a ser nada; tu posees ese secreto pero no lo sabes; por eso, eres inocente; para ti, la comparación no existe y esa es la preciosa joya que llevas sobre tu existencia; si supieras lo que hace sufrir la pérfida comparación!; si supieras el daño que nos ha causado a nosotros y a vosotras, criaturas animales; pobre Gaia.
Si, esa comparación es la culpable de que viva para trabajar hasta la extenuación para tener y distinguirme de los demás; tu y tus amigas trabajan mucho para alimentarse pero como no sois individuos no sufrís el terrible agobio del esfuerzo; para ti el pasto es el pasto y el alimento es el alimento; para mí, es mi alimento, mío, es mío, y mis lujos gastronómicos y, no quiero que me quiten la comida que me sobra en exceso.
Aunque se que no podrás ayudarme, no sabes cuánto me gustaría saber tu opinión sobre aquellos individuos que viven en la abundancia y trabajan compulsivamente; que contrasentido; ellos no saben cómo tu sobre la vida.
La gran diferencia entre tu mundo y el mío es que en el tuyo no hay ambiciones y en el mío, si; en el tuyo no hay individuos y en el mío si los hay y además, en mi mundo hay mucha violencia porque yo soy violento y luchador; soy competidor; lo siento, que le voy a ser; vosotras vivís y convivís pastando sin la lucha de querer tener más que las demás; en mi mundo lucho y compito para dejar sin nada a los demás; lo quiero todo para mi, aunque no lo consiga. ¿Te imaginas que en mi mundo viviésemos como en el tuyo?, compartiendo armónicamente, sería fantástico pero es una utopía; nosotros somos individuos y tu, dichosas vaca moteada, no.

1 comentario:

Julia dijo...

Genial jovencita, me encanta tu pensamiento. soy de Mexico y gracias por ponerme a pensar un rato.