Lo
que mueve al mundo es el terrible sentimiento y sensación angustiante de no ser
nada ni nadie; es una agobiante necesidad de decir aquí estoy yo, mírenme, admírenme,
soy bueno, yo existo, yo soy diferente, yo soy el importante, aquí estoy yo y
el resto allá fuera de mi, soy capaz de
hacer lo que sea para ser reconocido y aplaudido; por supuesto que el miedo y
el placer están embutidos dentro de ese ego que desea ser y llegar a ser, de no
ser y de no llegar a ser; deseo el placer y no deseo el sufrimiento.
Todo
esto es el ego que no es más que un amasijo de pensamientos divididos; estoy
analizando algo y mis pensamientos se dividen en dos partes: el yo que analiza
y lo analizado; sin embargo, ambos son pensamientos; por ejemplo: yo estoy
pensando en filosofía; en este caso, un grupo de pensamientos forma un núcleo
principal que es la identificación del individuo o el yo y otro grupo de
pensamientos forma otro núcleo que es pensar en filosofía; en este ejemplo, el
yo o la identificación de lo que uno cree ser, analiza el tema de la filosofía
y el resultado final es una fragmentación o división de la mente: el yo por un
lado (el individuo) y lo analizado por el individuo: la realidad es que todos
son pensamientos. Al fin y al cabo todos son pensamientos divididos en el
pensador y lo pensado. Otro ejemplo, yo amo a dios; en este caso un núcleo que
es el yo dice amar a dios pero este dios no son más que símbolos e imágenes
(pensamientos) creados por la mente; yo he creado a dios en mi mente (que
exista o no Dios es otro asunto aparte).
Cuando
comparo, los pensamientos también se dividen; el yo necesita constantemente
comparar; yo soy mejor que aquel, aquel
tiene más dinero que yo, yo tengo más dinero
o poder que aquel, yo soy menos guapa que aquella; todas las
comparaciones implican el yo que compara y la cosa comparada y todos ellos son
pensamientos; la comparación es pensamiento puro. Por supuesto, trae sus
consecuencias psicológicas: complejos, baja auto estima, soberbia, vanidad, envidia
etc.
Nos
llamamos individuos, que significa etimológicamente indivisibles pero la
realidad es todo lo contrario: somos entes muy divididos.
El
ego nos hace sentir diferentes a los demás; por arriba o por debajo, para bien
o para mal; ese ego es una inmensidad de pensamientos que nos caracterizan e
identifican y nos separan del entorno que nos rodea. Pienso que el ego es como
un caleidoscopio de infinitos pensamientos.
Si
no tuviésemos pensamientos no podríamos compararnos, ni sentirnos conscientes
de ser un individuo diferente a los demás; esto debe entenderse como: yo no soy
aquel, yo soy yo. Los animales no tienen capacidad de compararse (psicológicamente)
excepto en lo que corresponde a la supervivencia de manera instintiva y sin
pensamientos.
El
yo necesita tener y poseer para llegar a ser; aunque sean nimiedades; necesito
comprar lo que sea, poco o mucho. Necesito diferenciarme de los demás en
algunas ocasiones con algo especial pero sobre todo, debo tener lo que la gran mayoría
tiene (o mejor); mi yo quiere pertenecer al grupo que se considera esta al día
para no ser excluida; me gusta pertenecer a la religión que sea de la mayoría y
sea la más poderosa o la que sea “snob”, aunque sea minoría.
La
sociedad de consumo va demasiado deprisa; hoy hay esto, mañana ya está obsoleto
y por supuesto, debo estar al día; los fabricantes lo saben y por eso crean
necesidades y se esfuerzan en la innovación. Las necesidades primarias están más
que cubiertas pero las necesidades de la vanidad, envidia y ambición jamás se
colman. Las consecuencias de todo esto sobre el ambiente y la naturaleza, son
catastróficas y lo estamos viendo y viviendo actualmente; el futuro no es muy
prometedor.
Estas
pulsiones son las que mueven la actividad del mundo. Tanto las pulsiones de los
que tienen poco como la de los que tienen mucho.
Como
sabiamente dijo Mahatma Gandhi:
«En
la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no
tanto como para satisfacer la codicia de algunos»
Se
podría decir sin temor a exagerar que la energía que mantiene la actividad del
mundo es de tipo psicológico pues se trata del movimiento inquieto del ego.
Vemos entonces como una energía puramente psicológica mental se transforma en energía
y trabajo físico tangible.
“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos”.
Buda
1 comentario:
Verdades como puños tan solo admitidas por pocas personas y combatidas por la sociedad de consumo donde estamos inmersos. Un saludo.
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