Tenía que encontrar aquellas locas por alguna parte; creía tener cierta intuición del asunto y se me ocurrieron muchas ideas de donde podrían estar. En una crisis de desesperación se me ocurrió lo insólito y descabellado: buscaba por el jardín pensando que estarían escondidas debajo de alguna planta, algún hueco o una piedra; ellas eran la angustia y la ansiedad, mis grandes tormentos del alma.
Mientras más buscaba mas aumentaban ellas su fortaleza y mas se escondían por alguna parte misteriosa. No tenía plena certeza que ellas eran parte mi.
Comenzaba el día con problemas que me halaban fuertemente algo dentro de mí y sentía que algo se desgarraba con dolor; la energía para moverme a través de la vida era como nadar en fuerte oleaje. Las noches eran tormentosas y de sobresaltos.
¿Dónde se esconderían ellas y que tendrían que ver con mi sufrimiento?; comenzaba a pensar que podían estar en alguna parte cerca de mí y muy bien ocultas, así como algo invisible pero que existe; algo etéreo pero existente y si es existente es real. Sin embargo, si estaban dentro de mí no debían ser parte de mí, porque lo que uno busca siempre está separado de uno; por lo menos eso creo. Por de pronto se que si las encuentro las destruiré hasta que no quede nada de ellas y me dejen vivir en paz.
Ellas son astutas y resbaladizas y también se que se ocultan en algo que es como un laberinto de escondites impenetrables; mientras más buscas mas se esconden.
¿Por qué se me hace tan complicado hallarlas?; cuando siento que las tengo ubicadas se escabullen como sanguijuelas babosas. Algunas veces desaparecen entre mis distracciones, pero tan solo, por breves instantes y, de nuevo están por ahí, revoloteando con sus disfraces de fétido sufrimiento.
Otras veces duermo en paz y ellas desaparecen o se esconden en alguna parte, esperando el acecho; creo que eso me daba un indicio para ubicarlas, sin embargo cuando me esforzaba en dormir en paz ellas revolotean burlándose de mí, haciéndome sufrir de nuevo.
Quizás no se luchar contra ellas o quizás deba luchar con más fuerza; el caso es que ellas me deprimen mucho y no me dejan vivir.
Algo también sé a ciencia cierta e irónicamente: ellas son mías porque son fieles a mí y no se separan de mi; son fieles porque la gente que está a mi alrededor no las puede ver ni olfatear pero están conmigo; además, la gente no puede hacer nada por mi y, es hasta lógico; si yo, que soy su dueño no las encuentro, ¿Cómo las podrán encontrar otras personas?
Me vienen dudas algunas veces si realmente deba hacer tanto esfuerzo y tanta lucha contra ellas; lamentablemente esa lucha me agota y debilita y solo me recupero cuando ellas desaparecen detrás de mis distracciones o de mis pensamientos huidizos y desaparecidos.
¿Sera posible que ellas sean pensamiento puro y estén alojadas en mi mente como quistes malignos?. Esto suena asombroso porque significa que yo lucho contra mi yo, contra mi misma; yo lucho contra ellas, pero mi yo lucha a través de pensamientos que son casualmente mi yo y, para colmo ellas también son pensamientos igualmente. Por de pronto veo que hay un caos en mi mente; unos pensamientos por un lado y otros por otro lado; no se armonizan, no se unifican y no se comprenden ni se ponen de acuerdo y tan siquiera se reconocen. Yo las veo a ellas separadas de mi y haciéndome la vida imposible. Que absurdo pero que real; una pelea dentro de mi mente en la cual salgo perdiendo yo; y tan siquiera sé quién soy yo.
Me fascina ir al rio o cerca de las olas de la playa; me embeleso y distraigo escuchando el ruido del mar o viendo correr las hojas sobre el rio; siento que mis pensamientos cabalgan velozmente hacia el horizonte y desaparecen mágicamente llevándose consigo a mis odiadas huéspedes malignas.
La vida con ellas es inexorablemente incompatible.
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