jueves, 5 de marzo de 2009

LA META DE LA FILOSOFÍA

Si la filosofía no está involucrada de manera absoluta con el acontecer diario del individuo, con su vida real (no vida ideal), con las relaciones a cada instante del individuo con su entorno (ambiente, ciudad…) y con las demás personas, entonces, esa filosofía no tiene sentido real de vivencia sino de vivencia virtual o ideal y pasara a ser una simple distracción que da satisfacción y reconocimiento para quien la realiza y, además podrá ser un escape o catársis para otros.

La vida real es el acontecer del individuo a cada instante en todas las aéreas del desenvolvimiento humano: vida familiar, de pareja, comercial, de trabajo, política, religiosa, institucional, social… (clasificación que hace el pensamiento por comodidad de análisis).

Por tanto, la actividad del pensar humano debería estar enfocada en todo caso a lo que le ocurra a él mismo u ocurra en el mundo en determinado ámbito.

A uno debería interesarle, por ejemplo, las consecuencias de las acciones de las personas sobre otras personas; sea cual sea el ámbito (político, religioso, familiar, medios de comunicación, del estado, educacional, académico, social…).

A uno debería interesarle sobremanera la violencia de género, la corrupción de los burócratas, la apatía del estado para combatir la delincuencia, la violencia en los colegios y en las calles, las personas que se mueren de hambre en muchas partes del mundo, las drogas, el impuesto que los contribuyentes le pagan al estado; uno debería estar interesado en las ayudas que da el estado a los banqueros; uno debería interesarse en las inversiones que hacen los banqueros con el dinero que les da el estado y los usuarios de cuentas; a uno debería interesarle si el estado es apático con la sociedad o si es diligente con las grandes empresas; uno debería interesarse con las ideas que le inyectan a uno desde niño en el colegio, en los templos, por los medios de comunicación; uno debería interesarse del porque uno se interesa tanto por el dinero, en consumir tanto y en trabajar tanto; uno debería interesarse en porque el estado no vigila muchos asuntos que ocurren y vigila con vehemencia otros asuntos que no debería vigilar.

Una vez que uno tenga el interés, motivación o curiosidad (como se quiera llamar) y uno entienda que es importante (esta es la parte más relevante, lo demás viene por si solo), en ese momento uno debe pensar en la cadena de causas y efectos entre personas y los daños y beneficios que se causan unos a otros.

Uno puede cambiar el acontecer de muchos sucesos y esa debe ser la meta de la filosofía; la filosofía cotidiana.

2 comentarios:

. dijo...

De entre las mujeres que se dedican a la filosofía hay una proporción bastante alta que tiene vinculaciones con la filosofía política o con lo que tiene que ver con el hecho concreto. Ahora mismo me viene a la cabeza una de las más ilustres, Hanna Arendt.
En mi opinión esto revela una mayor capacidad de las mujeres en cuanto a saber vincularse a estos temas y vuelve a recordar la necesidad de que haya gente de ambos sexos que se dediquen a la misma materia.
Apenas nunca hablo sobre feminismo, igualdad de sexos, o temas por el estilo... pero es que me ha parecido tan genuino el texto que no he podido evitarlo. Desde que me muevo en el "mundillo" de la filosofía no recuerdo (aunque igual es por ignorancia) a ningún hombre ser capaz de pensar algo de esta manera.

Felicidades por el blog y saludos.

JCM Corporacion dijo...

Gran razón tienes en este artículo. Sin embargo y por desgracia estamos educados y seguimos educando para conseguir un fin sin importarnos los medios. Cambiar los sucesos es tarea de titanes o de gente que dispone de tiempo y ganas para hacerlo. Mientras nuestra principal preocupación siga siendo llegar desahogadamente a fin de mes y tener más comodidades que el vecino, poco haremos por él y menos por los demás.