Me encantan los rebaños de ovejas, obedientes, dóciles, apacibles, sin pintas de arrebatos anárquicos, ni el relucir aterrante y amenazador de fauces y colmillos.
Me fascina ver las escenas de cómo siguen a su pastor, todas ellas quietecillas, sin protestar ni derramar síntomas de rebeldía, que escena tan conmovedora!.
Que chocante es la altanería y la arrogancia!; no soportaría ver el desorden de una oveja con la iniciativa de salirse de su grey, causándole problemas a su paciente y consecuente pastor; la ovejas son un medio y como tal deben ser controladas por el bien del fin; por eso adoro a las ovejas tranquilas y con movimientos simétricos y armónicos. Es por ello que siento pasión por ellas, porque son lo opuesto a las odiosas y cínicas hienas que se organizan perfectamente desafiando al majestuoso rey león.
Las cabras montesas salvajes me encolerizan y me patean la paciencia; cada una de ellas quiere hacer lo suyo, por su lado y a su manera; anárquicas montesas; pareciera que tiene una fuerza interna de la aspiración y ambición animal más salvaje.
Hay que estar claros como la fuente de agua de la alta montaña; los pastores tienen plenos derechos sobre los rebaños; tienen derechos sobre la lana, la carne y la leche, y hasta sobre las pezuñas; ¿pueden acaso las hermosas plebeyas cuestionar esto tan simple?. Que dolor tan terrible seria para el pastor cualquier brote de protesta y rebeldía por parte de su rebaño. Por ello, el pastor siempre debe estar atento y alerta al mas mínimo movimiento extraño y sospechoso; siempre debe estar vigilante; distraerlas y mantenerlas ocupadas, jamás permitirles estar ociosas; entretenerlas todo el tiempo, paseándolas de un lado a otro; el entretenimiento es la mejor arma para el fin; Su fiel guardián el perro hará su trabajo de vigilancia a perfección para que ninguna de ellas desentone y cause problemas al pastor. Cuando se entretiene continua y obstinadamente al rebaño se logra la hipnotización.
Por otra parte,¿seria justo iguales derechos para la oveja, el perro y el pastor?. Pienso que el orden lógico seria primero el pastor, luego el perro guardián y finalmente el rebaño en cuestión.
Que mas cuidado pueden pedir las ovejas que permanecer en ese orden tan delicadamente impuesto y protector, por el perro y el pastor; con eso basta y sobra.
El arte de imponer el orden en los rebaños es en realidad muy simple aunque tenga infinitas maneras y estilos; el principio es desconcertar y distraer permanentemente; el pastor y el perro deben saber combinar y jugar estos dos ingredientes; deben mantener siempre al rebaño en actividad controlada y distraída. En el momento en que se dejen a su merced, una fuerza sobrenatural y desconocida hace que tomen su propio rumbo y destino natural; eso seria el fin y no se debe permitir; todo sea por la lana, la leche y la carne, y las pezuñas que legítimamente pertenecen al pastor.
Para mi, la cabra montesa salvaje sigue siendo muy chocante y repulsiva; siempre quiere ir por su lado y a su voluntad; no soporto su propensión a subir las empinadas y escarpadas cuestas y escalar todo el tiempo; permanentemente rompiendo el orden de lo predecible y, si a doblegar hablamos, son para matar. ¿Acaso se puede hacer un rebaño de cabras montesas salvajes en orden?; seria un contrasentido y una contradicción; además pienso, que en rebaño serian muy desagradecidas y no se adaptarían al orden y a la esmerada atención. No debo ser pesimista, es casi seguro que controlándoles el hambre y su loca diversión, se someterían igual que las ovejas del rebaño del pastor.
Filosofía desde un espacio mental vacío: sin contenido alguno de condicionamientos (de ningún tipo); ni religiosos, ni nacionalistas, ni políticos, ni doctrinarios, ni ideológicos, ni de ninguna corriente filosófica. Una visión a la capa más profunda del ser humano: el ego, el miedo y el placer y, sus consecuencias y proyecciones en el desenvolvimiento de las personas y la sociedad. Nuestras idealizaciones nos separan brutalmente de la realidad.
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