Todos hemos tenido alguna o muchas veces en nuestra vida
tristeza, angustia, ansiedad, felicidad, satisfacción y muchísimos más
sentimientos.
Todos ellos están en nuestra mente; o mejor expresado: son
producto o creaciones únicas y exclusivas de nuestra mente. Decir: tal cosa me
da tristeza, ansiedad o felicidad es la manera de relacionar el mundo exterior
o interior en nuestra mente. La tristeza, por ejemplo, no está en otra parte
que no sea en nuestra mente y su existencia es producto de la mente.
El sentido que tenemos de nosotros mismos, eso que llamamos
“yo”, “yo soy” y el sentido de sentirnos individuos diferenciados de los demás
(yo soy yo y aquel que esta allá es fulano, que no soy yo), todo ello es
producto de nuestra mente y es la mente.
Decir: yo pienso, yo estoy triste, hoy yo estoy feliz, es nuestra
manera normal de expresarnos al hablar pero no es más que una división o
fragmentación de nuestra mente. No existe tal cosa como un “yo” por un lado y
un complemento por otro lado.
Cuando digo: yo tengo en mi mente una gran idea, expreso de
esa manera para que otros me entiendan pero todo ello no es más que una
fragmentación de nuestra mente: no hay un “yo” por algún lado y la mente por
otro. La realidad es que el yo y la mente son una unidad inseparable.
El lenguaje es el arma más poderosa de los seres humanos; es puramente simbólico en lo funcional; los pronombres personales (yo, tu, el, nosotros….), los pronombres posesivos
(mío, tuyo, suyo, vuestro….), los verbos, adjetivos, adverbios, sustantivos y
muchos otros elementos son los que conforman el lenguaje; pero al mismo tiempo
fragmentan nuestra mente y nos convierte en individuos con “yo”, con ego.
Cuando digo: yo estoy triste, el yo no está separado de la
tristeza; la realidad, si se puede expresar, es: el sentimiento de tristeza
esta dentro de la mente y ese yo realmente no existe, existiendo solamente la
tristeza.
Si en determinado momento estoy triste es porque mi mente la creo y,
así como la creo, la mente puede hacerla desaparecer y convertirla
instantáneamente en felicidad; por supuesto que esto es difícil y requiere de
una atención muy grande al movimiento de los pensamientos en la mente.
Desde las edades más tempranas de los seres humanos
(prácticamente a los primeros días al nacer), comienza una fragmentación de la
mente y se va creando poco a poco el sentido de: ser un individuo. El proceso
primero comienza con la separación física de las partes del cuerpo; el bebe
comienza a darse cuenta que tiene piernas con pies y con dedos e igualmente con
los brazo, manos y sus dedos; el bebe comienza a darse cuenta de ello y dentro
de esa pequeña mente comienza a nacer el sentido de: yo tengo piernas, pies y
dedos y yo también tengo brazos, manos y sus dedos. Comienza el nacimiento del
yo; comienza a darse cuenta que él (su yo) está por un lado y su mama por otro
y todo ello es lo que va formando al ego (que es producto del yo).
Al poco tiempo (quizás al primer año) comienza el sentido de
la comparación y de la diferenciación. Esa comparación es una creación y
producto de la mente (parte del contenido de la mente es la comparación). De
aquí en adelante, hasta que muramos aunque sea
a la edad más avanzada, siempre estaremos comparando. Aquel niño es así
y yo soy distinto, el tiene mejoras juguetes que yo, yo vivo en una casa mucha
más bella que la de aquel, los papas de fulano tienen mucho dinero y los míos
no pero yo soy más inteligente que él y así hasta el infinito.
Poco a poco o más bien rápido, se crea dentro de nuestra
mente muchos sentimientos: envidia, vanidad, resentimiento, complejos de
superioridad o inferioridad, problemas de auto estima y muchos otros.
Si lo queremos ver de un ángulo diferente, gran parte del
consumismo compulsivo y exagerado es debido al sentido de la comparación.
Un a causa siempre tiene una consecuencia y se forma así, una
cadena de eventos; al final repercute en el medio ambiente que está cambiando radicalmente
en estos pocos últimos años.
La codicia y otros vicios de la conducta humana son producto
de la comparación que no es más que fragmentación de la mente y al final los
resultados están a la vista: la mayor parte del dinero del mundo está en pocas
manos y gran parte de la población en el mundo vive mal, con poco dinero y
pasando penurias.
“En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades
de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos”
Mahatma Gandhi
1 comentario:
La clave sería, que habría que comprobarlo adecuadamente, que mente y emoción caminaran hombro con hombro, porque la una deviene en poca cosa sin la otra. Bs.
Ojito, el termino mente, emoción, amor y tantos otros suelen ser muy traicioneros porque confunden mucho al personal, cada cual corre el peligro de interpretarlos a "su manera", luego ocurre el caos al que desgraciadamente acabamos sumidos.
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