Las diferencias entre un país sostenible y sustentable y el país que no lo es la establecen sus políticos.
Cuando se creó la unión europea, en ese momento ya existían políticos
con mentes de futuro y políticos con mentes oportunistas. Habían políticos que
pensaban en la sustentabilidad y sostenibilidad de sus países y habían políticos
que solo veían grandes oportunidades de negocios; pasaron los tiempos de
bonanzas y se entro en el túnel de la oscuridad económica; transcurrieron unos
cuantos años y ocurrió lo que tenía que ocurrir: los países que no tenían tradición
de políticos responsables, sucumbieron ante el huracán de malos tiempos; en
cambio, aquellos pocos países dotados de una privilegiada elite de políticos-estadistas
responsables han podido enfrentarse a las vicisitudes de los tiempos difíciles;
las ardillas, las cigarras y muchas criaturas mas saben de la ocurrencia cíclica
de los tiempos buenos y los malos y por eso guardan a futuro.
El término sustentable está arraigado, por ejemplo, en la
mente del buen padre de familia cuando no gasta más de lo que puede, cuando no
se endeuda más de la cuenta y cuando no hace gastos superfluos en obras dentro
de la casa que puedan poner en el futuro un riesgo para su familia. El buen
padre de familia tampoco se va con amigotes a jugar y hacer apuestas riesgosas
y temerarias con el deseo codicioso de ganarse un dinero extra caído del cielo.
En fin, para ese padre responsable y ejemplar primero están los intereses
concretos de su grupo familiar que estrambóticos sueños de presunción. En
resumen, el buen padre de familia piensa en la prosperidad y progreso de su
grupo y es su meta más sagrada. En contraposición, los políticos irresponsables
quieren prosperidad y progreso en el sentido más egoísta posible: para captar
rentas y manipular a su antojo todo lo captado a través de infinitos recursos y
sortilegios que rayan en la magia.
En resumidas cuentas, lo sustentable se refiere al balance
del dinero seguro que entra, el que sale de manera obligada, el que se pudiera
gastar adicionalmente y lo que se puede guardar. Claro está, el arte, la
ciencia y el buen sentido común en determinar cuánto se puede gastar
adicionalmente y en cuanto se puede endeudar y, esta es la parte que no dominan
o no quieren conocer los políticos de mente succionadora del dinero.
Lo sostenible se refiere más bien al tiempo; siguiendo con
el ejemplo de la familia, el buen padre debe preguntarse permanentemente si
puede seguir con el ritmo de gastos y endeudamiento que va llevando y tener
prudencia ante sospechas de eventualidades futuras que puedan ocurrir para
evitar entrar en crisis.
Evidentemente la economía de un país es infinitamente más
complejo al que ocurre en un núcleo familiar y la comparación del buen padre
solo tiene la finalidad se resaltar los términos de responsabilidad, sentido común,
buen juicio y amor y respeto a su grupo familiar.
Los países no se comportan como los organismos vivientes; si
lo hiciesen funcionarían de manera armónica, estable, sustentable y sostenible.
En los organismos vivientes cada una de las partes cumple
una función vital dentro del todo del organismo; ninguna parte quiere dominar
sobre las demás, lo cual no implica que no existan centros de control
funcionales; evidentemente, ninguna de las partes posee esa peculiaridad humana
llamada ego.
En los países disfuncionales, al contrario que en los
organismos, existen partes que si quieren dominar a las demás y aprovecharse de
ellas.
La simbiosis de los políticos con los grupos económicos
poderosos domina y se aprovecha del resto de las partes, que en este caso es el
colectivo o la gran mayoría. Domina cuando el estado de derecho no es inclusivo
e igualatorio para todos y se aprovechan cuando desvían, manejan y hasta se
apoderan de una parte de las riquezas del país que debían pertenecer al colectivo.
Los medios para lograr estas sutilezas son muchos y por citar solo uno, las
cajas de ahorro.
En los países disfuncionales los políticos no son estadistas
y tampoco están preparados resolver eventualidades
ni crisis; jamás piensan mas allá de un lapso de tiempo correspondiente a los
periodos electorales; lo mas que saben hacer en tiempos de crisis es recurrir
al colectivo para que con su esfuerzo (trabajo) y sacrificio (recortes) la amortigüen
sin exigirle cuotas de responsabilidad y sacrificio a los grupos económicos
poderosos, responsables casi siempre de las crisis. Los políticos se la
arreglan para que el congreso de diputados evada una de las funciones más
importantes como es la rendición de cuentas.
Comienza así un proceso de impunidad
creciente totalmente dañino para el estado de derecho y la democracia; además,
van acomodando el sistema electoral de tal manera que los partidos políticos
pueden llegar a ser verdaderos centros de poder cerrado, sin inclusión del colectivo
en la toma de decisiones y exigencias de responsabilidades.
Siguiendo con las comparaciones biológicas, el grupo simbiótico
anteriormente definido (políticos-grandes empresas) se comporta a su vez como
si fuese un organismo saprofito que se aprovecha del colectivo. Recordemos que
los organismos saprofitos (como los hongos) no producen clorofila y por tanto
no pueden sintetizar materia orgánica y es por ello que recurren y aprovechan
la materia orgánica en descomposición que encuentra a sus alrededores.
En esta analogía la materia orgánica es la riqueza de un país
y en vista que los políticos de los países disfuncionales no saben crear
riquezas ni les importa, no les queda más remedio que aprovechar la riquezas
que producen los demás mediante múltiples mecanismos, por ejemplo las rentas,
grandes obras innecesarias, cajas de ahorro, desviación y colocación de fondos públicos
en herramientas financieras no seguras y otras más. Los políticos de los países
disfuncionales son perezosos para crear riquezas.
Para crear riqueza en un país es indispensable invertir de
manera sincera, permanente y efectiva en educación, investigación e innovación;
además, se debe promover mediante leyes inclusivas el desarrollo verdadero de
las pymes.
Un país funcional es aquel en el cual un gran porcentaje del
colectivo posee gran parte de las riquezas. En un país disfuncional más del 95
% de las riquezas están en muy pocas manos (3 por diez mil), dejando las
riquezas del colectivo como un patrimonio de vida no muy holgado.
Concluimos hasta ahora que un país sustentable y sostenible
es además un país funcional con cualidades muy bien definidas de su clase política,
que es la verdadera artífice y responsable de gran parte del acontecer
incluyendo: el bienestar y la riqueza para todos.
En la dirigencia política reside el éxito y grandeza de un país
o su fracaso y sufrimiento.